Este año hemos comenzado con la adaptación de pequeñas infraestructuras hidraúlicas para proteger a la fauna, especialmente a los anfibios.
En lo que llevamos de año ya hemos dedicado 4 jornadas a este tipo de actividades, en dos comunidades autónomas diferentes (Madrid y Galicia). Hemos reparado dos abrevaderos en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y este verano hemos adaptado una alberca en la Ribeira Sacra, espacio protegido por la Red Natural 2000.
La alberca se encuentra en el ayuntamiento de Pantón (Lugo), muy cerca de lugares tan emblemáticos como el Cañón del Sil, el Cabo do Mundo del río Miño, los monasterios de Santo Estevo de Ribas de Sil, Eire o Ferreira de Pantón, o el singular enclave de Os Peares. Este núcleo urbano es el más complicado de España desde el punto de vista administrativo, ya que no está contemplado de manera oficial, está formado por cinco agrupaciones de casas alrededor de la desembocadura del río Sil en el río Miño; distribuidas administrativamente entre dos provincias (Lugo y Orense) y cuatro municipios.
Los anfibios que esperamos que puedan beneficiarse son las diferentes especies de urodelos (salamandra, tritón jaspeado, ibérico y palmeado) y anuros (sapo y rana común, etc.) que pueblan la zona.
La alberca no presentaba ninguna ayuda para que la fauna acuática pudiera reproducirse, además, era una trampa mortal para las aves y mamíferos de la zona. En ocasiones anteriores habíamos observado como busardos y otras aves, zorros y perros habían muerto al acercarse a beber y caer en ella.
La adaptación ha sido técnicamente sencilla, pero laboriosa. Bastaba con dedicarle unas 20 horas para fabricar dos rampas: una exterior para el acceso y otra interior para la salida y abrevadero de los animales.
El estado en el que nos la encontramos era bastante malo, puesto que estaba muy abandonada. No contenía casi agua, pero sí una plaga de lentejas de agua, fruto de la cantidad de materia orgánica que estaba depositada en el fondo.
Los criterios constructivos fueron sencillos, se trataba de crear una infraestrucutra integrada en el medio, con material de desecho siempre que se pudiera, que sirviera para todo tipo de fauna, que no dañara el abrevadero y que, en caso necesario, pudiera eliminarse con facilidad.
El lugar seleccionado fue la esquina con menor altura, con el fin de facilitar el acceso y salida a la fauna y también reducir el esfuerzo de construcción (tiempo, materiales, etc.).
Lo primero que se realizó fue la base de la rampa exterior, procedimos a limpiar completamente la alberca y después continuamos con la rampa interior. Finalizando el proceso con el tapado de la rampa exterior.
Os detallamos el proceso de cada rampa. Únicamente destacar que la inclinación de ambas rampas no podía superar los 30º, según criterios de los expertos en la materia.
Rampa interior
La rampa interior fue construida con las tablas de dos palés abandonados en las cercanías, unidas mediante tornillos. Esto parece una tarea sencilla, pero desmontar un palé es una tarea que implica un verdadero esfuerzo y no está exenta de peligro por los muchos clavos que llevan. Más si el palé está abandonado hace tiempo y los clavos se han oxidado.
La fijación de la rampa de madera a la alberca se realizó mediante el uso de unas tablas adosadas sin tornillos a los muros de la misma, fijando con una piedra la rampa al fondo. De esta manera, se podrá sacar muy facilmente para realizar las tareas de mantenimiento.
Según se aprecia en las fotografías, los tablones de sujección facilitan el acceso de los anfibios al agua, protegiéndoles y evitando que se despisten y se caigan fuera, una vez que hayan subido por la exterior.
Rampa exterior
Para construir la rampa exterior, lo primero que se hizo fue eliminar la vegetación y la capa de tierra vegetal con una azada y una pala.
Una vez encontrado un suelo duro y estable se colocó una base de ladrillos apilados, que fueron sujetados por los laterales con la tierra. Después, se colocó una hilera de rasillas en la parte superior, para asegurar que la rampa fuera plana.
Finalmente se cubrió con mortero, pero repasándolo a mano, sin paleta. El objetivo era dar un aspecto lo más natural posible a la rampa y crear rugosidades en los bordes con el fin de sujetar mejor los taludes de tierra. Es muy importante que la tierra se sujete lo mejor posible ya que no tendrá vegetación inicialmente y las lluvias de otoño podrían erosionar los taludes, comprometiendo así la rampa. Los ladrillos no habían sido fijados entre ellos con mortero.
Os adjuntamos un pequeño vídeo de la adaptación, justo antes de ser tapada la rampa exterior con tierra.
Una vez recibidos los ladrillos quedaba únicamente volver a taparlos con tierra y generar un acceso los más llano posible con el fin de facilitar el acceso a los animales.
El relleno se realizó primero con tierra mineral, procedente de una pequeña excavación cercana, depositando después la tierra vegetal extraída para hacer la base de la rampa.
Esperamos que cuando vuelva a llover la tierra se cubra con vegetación y los anfibios suban por ella.
Seguiremos contando las actividades de este tipo que realicemos.
Atentamente,
Gemosclera. Asociación para la Difusión del Conocimiento de los Humedales y su Conservación
Declarada de utilidad pública por el Ministerio del Interior