Este fin de semana hemos estado, en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, muestreando vegetación subacuática con miembros del grupo de investigación Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia.
El fin de semana ha sido de trabajo muy duro, pero ha merecido la pena, no solo por los resultados y las muestras obtenidas, sino por el excepcional ambiente que hubo en el equipo y la colaboración que hemos tenido de entidades locales y de otras personas, empezando por nuestro colaborador habitual allí, José Luis Zafra, que nos facilitó mucho los trabajos buscando y documentando, los días previos, entradas seguras al agua en los puntos de muestreo.
La jornada ya había comenzado muchos días antes, con la planificación de los transectos, los trabajos, su seguridad y la preparación del material a usar. Inclusive, se desarrollaron prototipos de parcelas para facilitar el trabajo, ya que se preveía que las masas de vegetación iban a ser muy potentes, complicando mucho el muestreo.
Gemosclera partió hacia Ruidera el viernes 29 a las 17:00 desde Pinto, mientras que el otro equipo lo hacía desde Valencia. Sin embargo, nada más salir nos dimos cuenta de un olvido que pudimos subsanar, y es que siempre que desarrollamos este tipo de actividades y por más que documentamos las listas de material necesario, tenemos algún contratiempo.
Esta vez necesitábamos material de oficina, georreferenciación, buceo, carga de gases, botellas, muestreo, autoprotección, documentación gráfica, kayac con remos, etc., muchísimo material y no podía ser diferente, nos olvidamos de un par de elementos importantes: la manguera de carga de aire del compresor con su filtro correspondiente y las estructuras de las parcelas que habíamos fabricado.
El problema de las mangueras quedó resuelto en Pinto al comprar una y un conector de media pulgada en una tienda de repuestos sanitarios. Para solucionar lo de las estructuras tuvimos que pararnos en Madridejos a fabricarnos unas nuevas.
Queremos agradecer a la Ferretería Nieves (Madridejos) que nos dejara sus instalaciones y material para hacer unas nuevas estructuras. Nos dieron todo tipo de facilidades cuando estamos todavía con la pandemia y sin conocernos de nada.
Tras un viaje más lento y complicado de lo normal, pues era puente en Madrid, llegamos a Ossa de Montiel, ayuntamiento que habíamos elegido en esta ocasión para alojarnos. Nos gusta ir cambiando de alojamiento ya que es una forma más de ayudar a la sostenibilidad del Parque. De esta manera, desplegamos el material que íbamos a usar al día siguiente, cenamos algo y nos fuimos a la cama, ya que nos esperaban unos días de trabajo muy intenso.
Esa mañana, así como todas las demás, el proceso se repitió. Tras desayunar todo lo fuerte que pudimos, fuimos a comprobar los transectos planificados para la jornada sobre el papel y sus puntos de acceso.
Tras encontrarnos con el resto del equipo (Toñi, Eric y Asia), tocaba preparar todo el material en el punto de muestreo: embarcaciones, material de muestreo, documentación gráfica, buceo, etc.
El material que se preparaba en primer lugar eran las dos embarcaciones, ya que ocupaban mucho, se podían pinchar y también facilitaban el trabajo de los demás, en el caso de caerse algo al agua.
Antes de iniciar los trabajos acuáticos, se comprobaban el inicio y final de cada transecto, se calculaban los rumbos a seguir y se definía la localización de las parcelas en las que tomar las muestras.
Después se empezaban a preparar los buzos mientras los asistentes de superficie, encargados de ayudar con las muestras, la seguridad y el asesoramiento científico de los trabajos, entraban al agua primero.
Las barcas se iban directamente hacia los puntos iniciales de los transectos a esperar a los bucadores, colocando los GPS en su sitio.
Las unidades de buceadores estaban formadas por uno que se encargaba de localizar las parcelas y muestrear, y por un segundo buceador encargado de asegurar la bondad de los datos, generar evidencias (foto, vídeo, georreferenciación, etc.) y asistir al otro buzo. Las tareas del segundo buceador, más ingratas si cabe que las del otro, producen un mayor enfriamiento, ya que está mucho más tiempo parado.
Lo primero que hacían los buceadores nada más comenzar la inmersión era encender las cámaras de vídeo y documentar los ficheros gráficamente mediante lengua de signos adaptada a las condiciones subacuáticas.
Una vez documentado el vídeo, se iniciaba el transecto con la dirección indicada, buscando las parcelas según el criterio establecido. Al encontrar el lugar indicado, se planteaba la parcela dejando con cuidado la estructura sobre la vegetación.
Lo primero que se hacía era triar los individuos que entraban en el paralilepípedo imaginario que forma la base con la vegetación. Por ello era importante hacerlo con cuidado y un criterio común entre los grupos de trabajo.
Según se iba seleccionando la vegetación que pertenecía a la parcela, la estructura caía por su peso hasta el lecho lagunar. En ese momento, había que asegurarse de que toda la vegetación sería extraída, incluidas sus estructuras subterráneas. Para ello se fijaba con los brazos y se giraba sobre la vertical. Finalmente se arrancaba asegurándose de que no quedaban restos dentro de la parcela.
Con la bola de vegetación en los brazos, se introducía en la bolsa y se quitaba la mayor cantidad posible de agua para facilitar su desplazamiento. Esta operación no se puede hacer sin la ayuda del compañero que documenta el proceso. Es más, este segundo es el responsable de aportar la bolsa con la etiqueta correcta.
La introducción de la muestra en la bolsa es un proceso complicado si la muestra es grande. Hacerlo flotando y evitando generar impactos es complicado. En ocasiones, hubo que usar dos bolsas o llevar las muestras fuera de las bolsas debido a su tamaño.
Después se recogía la estructura del lecho. Para ello, se localizaba mediante el cabo amarillo flotante. Sin su uso es imposible encontrar rápidamente la estructura metálica. Tras la recogida de la muestra se podía apreciar el impacto en el fondo, algo no preocupante en este caso, ya que en un corto tiempo esas calvas generadas serán ocupadas por la vegetación adyacente.
Ya no quedaba otra cosa por hacer en esa parcela. Se cargaban las otras bolsas y se desplazaban hasta la siguiente parcela. Este proceso es más peligroso de lo que parece. Portar más de 5 kg en bolsas que no van atadas al buceador pueden aportar cambios muy bruscos de flotabilidad que pueden dar lugar a accidentes muy peligrosos, como los barotaumatismos. Hay que estar muy concentrado para prever estos cambios cuando se sueltan las bolsas antes de tomar nuevas muestras.
Otro de los aspectos negativos de portar las bolsas es que facilitan enormemente la entrada de agua dentro de los trajes. A pesar de usar manguitos de latex, la tensión generada por el peso genera tensión en los tendones y genera canales por los que entra mucha agua dentro de los trajes. Facilitando la hipotermia e impidiendo el uso de chalecos calefactables.
El otro buceador tampoco deja de sufrir. Preocuparte de que todos los datos obtenidos sean correctos parado y esperar a que tu compañero te pida algo para responder rápidamente es una labor dura y, además, nunca sales en las fotos ni en los vídeos. Ninguna de las actividades que se han realizado, fuera y dentro del agua, se hubieran podido ver sin la oscura labor de documentación gráfica que, como casi siempre, recae en Pilar. Aparte de pasar frío con el GPS, las bolsas, las bridas y la cámara de vídeo mientras se trabaja.
Los buceadores entregaban las muestras a los asistentes de superficie al finalizar los transectos. Y estos se las entregaban a la responsable de los trabajos, Toñi, una vez las embarcaciones llegaban a los puntos de acceso.
Los buceadores tenían que desplazarse por superficie hasta el punto de acceso. Tarea muy cansada si el transecto había sido muy largo y se había levantado viento.
Finalmente, con todas las personas fuera del agua, había que recoger todo el material y comprobar que no se quedaba nada olvidado. Nuestro material no suele morir de viejo, suele perderse y romperse en estos sitios.
Este tipo de trabajos no tiene nada que ver con las inmersiones recreativas, la tensión por obtener resultados correctos y fidedignos, el frío y el esfuerzo de trabajar bajo el agua, junto con los desplazamientos, cargados bajo y en la lámina de agua, agotan a todos, en esta ocasión incluso al más preparado físicamente.
El lunes por la mañana habíamos hecho ya 11 transectos, con sus respectivas inmersiones en aguas a 12ºC y desarrollos en algunas de más de 500 metros, cargados bajo el agua. El objetivo estaba cumplido para esta primera jornada de trabajo.
Para que os podáis hacer una idea de las inmersiones y los desplazamientos os mostramos uno de los track, en el que se puede ver la planificación teórica en rojo. Así como, el itinerario real y los desplazamientos en superficie, ambos en azul.
Como se aprecia, una cosa es lo que se planifica y otra lo que sale. La visibilidad e ir cargados no facilita poder orientarse correctamente. Para eso quedan las evidencias (georreferenciación) que permitirán en un futuro volver al mismo punto que se muestreó originalmente.
Tras los trabajos, nos despedimos tomando algo todos juntos en el Entrelagos, agradable establecimiento que una vez más nos ha ayudado en nuestros trabajos allí, después de lo cual cada grupo volvió a su lugar de origen. Ya hemos quedado en vernos aproximadamente en un mes. Publicaremos la nueva jornada cuando la desarrollemos.
Hemos preparado un vídeo que hemos colgado en Youtube para quién tenga curiosidad en ver el procedimiento completo bajo el agua.
Con esta jornda damos comienzo a una intensa campaña que debería finalizar en agosto de este año y que nos implicará realizar casi 40 transectos a lo largo de todo el Parque. Seguiremos informando según vayamos avanzando.
Atentamente,
Gemosclera. Asociación para la Difusión del Conocimiento de los Humedales y su Conservación
Declarada de Utilidad Pública