El domingo 7 y el lunes 8 de marzo hemos reiniciado, otro año más, este proyecto de colaboración con los Servicios Territoriales de Medio Ambiente en Cuenca. Su objetivo principal es asegurar la sostenibilidad del nenúfar blanco (Nymphaea alba), ya que esta especie solo mantiene dos poblaciones en toda Castilla – La Mancha. Una en el Ciudad Real, en el río Bullaque, y otra en Cuenca, en las Lagunas de El Tobar, entre Beteta y Masegosa.
Llevamos trabajando en este proyecto desde 2017, año en el que empezamos a estudiar las masas y las distintas formas de conseguir aumentar las poblaciones en otros lugares, sin afectar a la masa original.
Trabajos en los viveros durante el invierno
Realmente el proyecto no ha parado este invierno, ni por nuestra parte, ni por la de los Servicios Territoriales en Cuenca, ya que ambos grupos hemos estado trabajando con nuestros viveros.
Nosotros hemos estado evaluando las capacidades de supervivencia que tienen los propágulos lanzados de forma natural al medio. Si en 2020 pudimos comprobar que eran viables, que podían florecer y que podían agarrar en nuevos lugares dentro del sistema lagunar, como se verá más adelante, este invierno hemos podido comprobar que, si bien con un porcentaje de bajas considerable; los propágulos pueden soportar temperaturas extremadamente bajas.
Inclusive uno de ellos floreció. Esto nos permitía asegurar que las masas creadas mediante la fragmentación de los propágulos podría aportar reproducción sexual desde el primer año de plantación.
Este invierno teníamos pensado forzar la congelación y la desecación en el peor momento del año, justo antes del período vegetativo. Esto nos permitiría la capacidad que tienen los propágulos de soportar temperaturas extremas en el caso de no pasar el invierno flotando. Sin embargo, la tormenta Filomena nos ayudó, dejando las muestras totalmente congeladas, convirtiéndolas en tres bloques de hielo.
Pues bien, hace unos días hemos podido observar como esta muestra ya ha empezado a mostrar signos de vida. Mostrándonos que, a pesar de soportar temperaturas cercanas a los 15ºC bajo cero, algunos los propágulos siguen siendo viables.
Mientras tanto, los Servicios Territoriales de Medio Ambiente, han seguido trabajando y cuidando las plántulas nacidas de la extracción de frutos realizada en 2020.
Con el trabajo de este año se ha aprendido a evaluar el grado de madurez que tienen que tener las semillas para realizar una extracción selectiva óptima y, sobre todo, que, con el tiempo, cuando desarrollen un rizoma lo suficientemente grande, el proyecto será capaz de asegurar la viabilidad de la población mediante reproducción sexual.
Y ahora comienza la temporada de campo
Ahora tocaba seguir trabajando en el campo, aprovechando que los nenúfares todavía no tienen hojas. Esta época es crucial para poder recorrer todas las masas sin dañarlas y había que aprovecharlo.
El domingo 7 salimos temprano desde nuestro punto de encuentro cuando vamos a Cuenca, realizando el viaje sin problemas. Ir en el coche con las mascarillas y el aire a tope no te deja casi hablar, pero no hay otra forma, por el momento. Además, llevábamos preparados todos los permisos junto con el salvoconducto por si nos paraban por el camino.
Nada más llegar nos fuimos para la Laguna Pequeña, sabíamos que el acceso estaba complicado ya que nos había avisado de ello Fátima, agente medioambiental que nos ayuda a la hora de planificar este tipo de detalles.
El primer objetivo del día era estudiar el estado de todas las masas tras el paso del invierno y, especialmente, Filomena. Además, queríamos hacer una evaluación de la disponibilidad de propágulos ante la campaña de este año y la estimación de unas tasas de producción para años venideros, que se están diseñando.
Tras un buen rato de poda pudimos acceder al agua, evaluar su estado, planificar in situ los trabajos, preparar los equipos y echarnos al agua. A pesar de haber estimado que no necesitábamos meternos con el equipo pesado, el río Masegar tenía mucha corriente. Se había desprendido una isla flotante de carrizo muy grande que había taponado la salida y no sabíamos qué podría haber bajo el agua con ese caudal. Había que ser prudentes. Lo primero que nos tocó fue cortar la isla en varios pedazos para poder pasar sin riesgos y que pudiera fluir por el río sin generar problemas aguas abajo.
Nada más bajar, observamos que no había buena visibilidad, pero que había poca materia gruesa en suspensión. Esto nos indicaba que los carrizos de las entradas de agua están filtrándolos.
El trabajo consistió en realizar transectos paralelos evaluando el estado vegetativo y su viabilidad de uso como propágulos.
Otro de los aspectos que estudiamos fue el efecto de la densidad en relación con la capacidad de usar una estrategia de guerrillas, en vez de usar la de falange, que es la que se debería esperar en este tipo de masas.
Tras recorrer ambas masas de la Laguna Pequeña, nos salimos, recogimos el material y nos fuimos para la Grande. Yéndonos directamente a la entrada de aguas del canal procedente de la Tosca, en el río Cuervo. Ahí pudimos comprobar la causa de tanto caudal en el río Masegar. La Tosca tiene tanta agua, que la están soltando por todos los lados que pueden, afectando a ambas lagunas.
En esta ocasión estuvimos evaluando las mismas cosas que en la Laguna Pequeña, recorriendo en varias inmersiones todas las masas, excepto las de la torca, que dejamos para después.
Estas masas se comportan de forma diferente puesto que por su lado más profundo tienen competencia con una especie , el milhojas (Myriophyllum spicatum), con menor desarrollo radicular que la espadaña (Typha sp.) en la Laguna Pequeña. Y por el lado menos profundo se comportan de forma similar a la Laguna Pequeña, siendo el carrizo (Phragmites australis), la especie con la que tienen que luchar por el suelo y el vuelo.
Tras recorrer todas las masas del margen izquierdo, metimos el material en la furgoneta y nos fuimos para la torca, nos quedaba evaluar las dos masas que hay y uno de nuestros ejemplares de nenúfar preferidos.
En este caso el comportamiento de las masas es diferente, ya que tienen que competir por un suelo escaso y de poco perfil, y por un vuelo muy escaso en unas zonas y muy alto en otras.
En estas zonas los nenúfares tienen que compartir el espacio con los carrizos y con las espadañas en sus extremos, pero dominan los suelos más profundos. Alcanzando los tres metros de profundidad.
Era en esa profundidad donde queríamos comprobar cómo se está comportando un propágulo que plantamos el año pasado y que nos está sirviendo para demostrar que estas masas también usan el método de guerrilla.
Con esto ya habíamos finalizado con los trabajos, por lo que recogimos el material y nos fuimos a realizar una visita cultural. Con la caída de la tarde, el lugar ideal era el Castillo de Rochafrida en Beteta.
Este castillo, de origen árabe y cuyo último uso se produjo en las Guerras carlistas, domina el pueblo de Beteta, la salida de la Hoz de Beteta, el valle del Masegar y permite disfrutar de unas vistas espectaculares, especialmente al anochecer. Es una pena que no lo hayan podido restaurar completamente todavía.
Por la mañana del lunes 8 nos acercamos al Embalse de Molino de Chincha para evaluar el estado de la masa creada en abril de 2017. Como siempre, el acceso se realizó por el pinar de pino laricio (Pinus nigra) que hay en el margen derecho del embalse, pasando entre unas formaciones de macollas de cárices muy curiosas. El paisaje es singular y su aspecto recuerda a los trogloditas (hermanos Macana, Piedro y Roco) que conducían el Rocomóvil en la serie de Los Autos Locos, de Anna Barbera.
El objetivo era realizar el seguimiento del estado vegetativo antes de que desarrollasen las hojas y evaluar el crecimiento del rizoma, antes de que llegara Enrique Montero, el técnico de Medio Ambiente con el trabajamos en este proyecto.
En el embalse la visibilidad no era especialmente mala para ser un embalse y con esa cantidad de lluvia que ha caído estos días.
Su aspecto no es malo. Además, sabemos por el estado que muestran en verano, que han agarrado y que tienen nutrientes puesto que hasta florecen. Pero se observa que les cuesta generar rizoma. Probablemente sea el sustrato, que posee materia orgánica insuficiente.
Al salir del agua ya había llegado Enrique, por lo que nos pusimos a trabajar en otro de los objetivos principales de la jornada, comenzar con la planificación de la plantación que se realizará a finales de este mes.
Con los datos de que disponía ya, Enrique decidió buscar un sitio en Molino de Chincha y probar a realizar una primera plantación con el fin de aprovechar unos propágulos que habíamos encontrado sueltos el día anterior. Si estos agarran con el mal estado que presentaban sus rizomas, será buena señal.
Una vez preparados los rizomas, nos dispusimos a buscar un lugar dónde plantarlos. Las condiciones básicas son un sustrato adecuado, una profundidad mínima y máxima, además de una protección frente al oleaje que produzca el viento en la zona.
Una vez seleccionado el lugar, se procedió a la plantación.
Una vez finalizada la plantación y seleccionado el lugar de la nueva masa que se generará en el Embalse de Molino de Chincha, nos cambiamos, recogimos el material y nos fuimos para la Laguna de Uña.
Así como el clima nos había respetado hasta ese momento, todo cambió y empezó a llover copiosamente. No solo hacia frío, sino que, además, todas las tareas que teníamos que hacer en esa laguna se complicaban.
El objetivo principal en esta laguna era seleccionar los puntos en los que generar una nueva masa dentro de dos semanas.
Una vez seleccionado el punto que Enrique consideró más adecuado, nos metimos en el agua. Nos esperaba una laguna sin visibilidad alguna, a 8ºC y con una vegetación y sustrato que hicieron la inmersión muy dura.
A pesar de ello pudimos comprobar que el primer punto seleccionado cumplía con los requisitos que había indicado Enrique.
Por si acaso, también buscamos un segundo punto alternativo para el caso de no poder realizarlo en el punto inicialmente seleccionado.
Una vez que habíamos terminado todos los trabajos seleccionados, nos cambiamos, recogimos el material y nos comimos unos bocadillos. Con ello dábamos por finalizada la jornada, nos despedíamos de Enrique emplazándonos para continuar dentro de dos semanas y nos volvíamos para Madrid.
Pero volver a Madrid desde Uña implica pasar por uno de los sitios más espectaculares que tiene Cuenca, el Ventano del Diablo, en el Cañón del río Júcar.
No podía faltar un autoretrato que reflejara que Gemosclera había estado una vez más allí.
¡El paisaje es espectacular!
Dentro de dos semanas volveremos a los tres sitios para extraer los propágulos excedentes que producen las lagunas de El Tobar y traslocarlos al Embalse de Molino de Chincha y a la Laguna de Uña.
Atentamente,
Gemosclera. Asociación para la Difusión del Conocimiento de los Humedales y su Conservación
Declarada de UTLIDAD PÚBLICA