Este sábado, 12 de septiembre, hemos vuelto al Parque Natural de las Lagunas de Ruidera para seguir evaluando el estado de los fondos de este espacio protegido.
En esta ocasión se trataba de documentar la evolución seguida por las estaciones en las que ya trabajamos en junio, antes de la campaña vacacional. Como era de esperar, los fondos se han visto afectados negativamente con la afluencia masiva que sufre este espacio durante el verano. Pudiendo documentar evidencias que reflejan el incremento de nutrientes sufrido por estas lagunas estos meses.
Comenzamos evaluando la parte subacuática de la segunda estación que tenemos para la laguna Tinaja. Fijando el cabo en el punto base y desplegándolo en línea de máxima pendiente. Al tratarse de una evaluación rápida, no se tomaron datos más que los puntos base y de control.
La vegetación presente a lo largo del transecto subacuático de la estación presenta un buen vigor y una densidad máxima, manteniendo vegetación helófita hasta los 4 metros de profundidad (Schoenoplectus littoralis). Entre los 7 y los 9 metros mantiene una banda sin vegetación superior, aunque estaba poblada densamente por algas diatomeas.
Pasados los 9 metros volvían las masas de carofíceas hasta alcanzar los 13 metros de profundidad. Presentaban un buen aspecto, eran densas y no presentaban mucho biofilm adherido.
En este punto se instaló la parcela y se realizó la evaluación del punto de control. Como curiosidad, indicar que, a pesar de no incrementarse la profundidad, no hay vegetación superior en su fondo. Evidencia de que la falta de luz no debería ser un motivo de la carencia de masas de carofíceas en el fondo de la misma.
Tras tomar los datos y evidencias, cruzamos la laguna transversalmente. Durante el trayecto observamos unos acúmulos de biofilm bacteriano que nunca habíamos observado en este espacio. Llevamos buceando desde 2003 en esta laguna y no habíamos observado nunca este tipo de abultamientos.
Una vez en el otro lado de la laguna, nos desplazamos al primer vaso para evaluar el estado de la segunda estación. En esa zona nos encontramos que todas las masas que superan los 3 metros de profundidad estaban cubiertas de filamentosas y que las más profundas, a 6 metros, ya no tenían más que acumulaciones de bacterias con golpes de algas filamentosas.
Sin embargo, en la jornada de control que realizamos en junio, la zona estaba afectada en el fondo pero mantenía las masas del talud limpias de filamentosas. Obsérvese la siguiente fotografía, tomada en la misma zona del margen izquierdo el día 27 de junio de este mismo año.
Al llegar al punto de control instalamos la parcela y comenzamos a documentar su estado. Aunque las masas de filamentosas nos molestaron bastante ya que se levantaban con suma facilidad.
Aunque todavía se podían observar algunas carofíceas, estaban ya totalmente cubiertas por una densa masa de algas filamentosas. Se observa un golpe de charas tapado por las filamentosas en la fotografía que muestra la fotografía anterior.
Mientras que en los huecos sin vegetación superior, se podían observar acúmulos bacterianos asociados a los procesos anóxicos.
Tras evaluar la segunda estación, volvimos al punto de partida, nos cambiamos y nos fuimos a comer. Pudiendo disfrutar del collado que hay entre el primer y segundo vaso de la laguna. En esta zona, se pueden observar masas de carofíceas que todavía no están afectadas y cuyo vigor es excelente.
Después de comer, volvimos a nuestras casas planificando la próxima laguna en la que incorporaremos transectos subacuáticos a la red de control de este espacio.
Atentamente,
Gemosclera