
Este sábado 1 de enero de 2020, aprovechamos que habíamos viajado a Panticosa para celebrar el día Día Mundial de los Humedales el día siguiente y realizamos una jornada de interpretación en los Baños de Panticosa. Tuvimos un día espectacular ya que pudimos disfrutar de un par de inmersiones tranquilas en el Ibón y realizar una ruta interpretativa por las 6 fuentes decimonínicas que hay el entorno.
Habíamos salido de Madrid el día anterior, viernes 31 de enero, nada más terminar nuestra jornada laboral y habíamos tenido suerte ya que el tiempo y el tráfico acompañaron, permitiéndonos llegar tranquilamente a Panticosa y cenar en nuestro restaurante de referencia. Después nos dimos un paseo por el pueblo y pudimos disfrutar de sus cuestas y de su arquitectura, adaptada a la nieve.
Finalmente subimos al circo, en el que se encuentran el ibón, el balneario y el Refugio Casa de Piedra de la Federación Aragonesa de Montaña, nuestro lugar de hospedaje habitual. Sabemos, porque nunca los vemos allí, que no es un sitio en el que los buceadores nos quedemos a pernoctar. No obstante, su sencillez no es inconveniente alguno si se tiene en cuenta las facilidades que nos dan sus responsables y el respeto que tienen a nuestro material. Además, nos gusta mucho el buen ambiente que tienen siempre los montañeros. Nosotros lo tenemos claro, ¡siempre a Casa de Piedra!
Antes de acostarnos nos dimos un paseo para ver cómo estaba el hielo. Ya por la noche, a pesar del frío nocturno, pudimos comprobar que no iba a hacer falta proyectar ni agujerar el hielo. Era demasiado fino y todo pintaba que no se podría hacer. Además, si lo intentábamos, sería impactar gratuitamente.
El sábado por la mañana, tras desayunar bien fuerte (esperábamos al agua fresca) nos fuimos para el ibón, seleccionamos el lugar de entrada y nos metimos en el agua lejos del resto de buceadores.


Esperábamos un agua muy fría con mezcla invernal muy marcada y así fue. El agua se encontraba entre 2 (3 ºC máximo) en todo el perfil bajo un hielo débil y con el agua de la lluvia que había caído durante la la noche encima. A pesar de no tener sol todavía, la visibilidad fue buena. De todas maneras, fue lo de que debería ser, dado la época en la que estamos y el deshielo tan fuerte que se estaba produciendo esos días por el calor.
En esa primera inmersión estuvimos un poco más del tiempo deseado ya que salimos con casi 50 minutos de inmersión. Pero había merecido la pena ya que pudimos ver in situ los tres paisajes que se pueden disfrutar en este lago.

Después de cambiarnos, nos fuimos a hacer la ruta circular que rodea el circo glaciar y que recorre las 6 seis manantiales que se aprovechaban antiguamente. También pudimos disfrutar del río Caldarés y sus aguas arriba del Balneario y de las vistas del Mirador de la Reina.



Lo que no nos gustó es que ni la Administración autonómica de Aragón ni los propietarios actuales del del Balneario hayan hecho nada por conservar estas edificaciones, en algunos casos verdaderos templetes. Sería deseable que alguien se diera cuenta que el actual sistema de explotación turística del ibón es insostenible con el patrimonio, tanto por las cargas a las que se somete al lago, como por el olvido que tiene con el patrimonio cultural.

Tras la visita, en la que dedicamos una hora y media aproximadamente, acabamos otra vez en el refugio de Casa de Piedra. Era la hora de comer y de reponer fuerzas para la inmersión de la tarde.

Después de comer, aprovechamos la caída del sol y volvimos a sumergirnos para visitar las surgencias subacuáticas que tiene el ibón en su margen izquierdo. Siempre es un placer observar cómo mana agua caliente y el cráter que es capaz de hacer.




Finalmente, dimos por finalizada la jornada volviendo al refugio para arreglarnos y cenar un estofado de rechupete, junto a unos montañeros, con los que mantuvimos una agradable charla mientras cenábamos.
Con la ilusión de la actividad programada para el día siguiente, Día Mundial de los Humedales, nos fuimos a la cama.
Atentamente,
Gemosclera