Muestreamos esponjas de agua dulce para el Museo Nacional de Ciencias Naturales

Víctor y Dani antes e entrar al agua en Bolarque.

El verano pasado iniciamos una colaboración con el Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), para ayudarles en dos proyectos de investigación relacionados con las esponjas de agua dulce.

El sábado, 18 de octubre nos desplazamos al río Tajo (Guadalajara) para realizar la primera jornada de toma de muestras.

La jornada se desarrolló en el embalse de Bolarque, concretamente en la zona del Fin del Mundo, junto a las instalaciones de la urbanización Nueva Sierra, en Albalate de Zorita (Guadalajara).

Panorámica de la playa artificial en Bolarque.
Vista general de la zona en la que estuvimos muestreando.

Antes de nada, queremos agradecer a la urbanización, especialmente a su administrador Pedro Magallares, su colaboración y las facilidades que nos dieron para desarrollar la jornada más cómodamente.

La zona que habíamos seleccionado no es casual, hace más de 10 años que conocíamos la existencia de poblaciones de esponjas que habíamos identificado como Ephydatia fluviatilis.

Las esponjas presentan formas amorfas y sus principales elementos exteriores son los poros inhalantes u ostiolos (más gruesos) y los exhalantes u ósculos (menor diámetro).

Detalle de una esponja de agua dulce con sus ósculos (sifones inhalantes) y ostiolos (exalantes).
Ejemplar de Ephydatia fluviatilis en Bolarque (30 de marzo de 2007).

Estos animales, aunque son muy sencillos, son muy importantes para la conservación de nuestras aguas interiores ¡Una esponja del tamaño de un mango puede llegar a filtrar el agua de una piscina olímpica en un sólo día!

Esponja con camarones de agua dulce.
Ephydatia fluviatilis con ejemplares de Atyaephyra desmarestii (Bolarque. 30 de marzo de 2007).

Sabíamos por otras personas que había esponjas en Bolarque estos últimos años. Pero habían pasado más de 10 años desde que no volvíamos a este sitio y no teníamos claro si íbamos a encontrar ejemplares.

En agosto ya nos habíamos acercado a la zona para planificar la actividad. Sabíamos que la zona no tiene cobertura telefónica y queríamos comprobar cómo se estaba comportando el embalse con la estratificación estival.

Estado del agua en agosto, de color verde mate y sin visibilidad.
El agua mantenía cota pero contenía mucho fitoplancton en agosto.
Algas sobre las rocas que hay bajo el agua el embalse.
También pudimos observar la presencia excesiva de algas filamentosas.

El sábado 18 de octubre llegamos temprano al sitio, para no entorpecer a los demás visitantes que acuden a disfrutar del mismo.

Víctor y Dani preparándose.

Preparamos el material de muestreo, el de buceo y las cámaras de fotos.

Todo el material sobre la lona de cambio.
El uso de la lona evita problemas con el material y reduce los impactos.

Parece una tontería, pero si no llenas los botes de agua, cuando te sumerges se deforman con la presión y quedan inservibles. Además, había que llenarlos con agua local antes de entrar al agua para no contaminar las muestras.

Víctor y Dani rellenando los botes con agua del embalse.

Antes de sumergirnos ya pudimos observar que la visibilidad había mejorado respecto al verano. Aún así, la playa estaba llena de algas filamentosas; evidencia de exceso de nutrientes en el agua.

Víctor y Dani sumergiéndose.
Preparándonos para sumergirnos y observando las algas filamentosas.

Muchas veces tiene que quedarse fuera alguno de nosotros para dar apoyo y seguridad a los demás compañeros y documentar fotográficamente la jornada. En esta ocasión le tocó a Pilar, la zona no tiene cobertura telefónica, fuera de la zona de la playa el apoyo es muy complicado. Además, tocaría subir muestras rápidamente al coche.

Pilar con los prismáticos, la cámara y el teléfono por satélite.

Nada más entrar constatamos la pérdida de calidad que anunciaban las algas filamentosas. Los fondos del embalse han perdido los bosques de Potamogeton pectinatus y Potamogeton crispus y la visibilidad es mucho peor. Esto es el efecto que produce el exceso de fitoplancton presente en el agua. También observamos es que que alguien ha echado percas (Perca fluviatilis) y que ha llegado el mejillón cebra (Dreissena polymorpha).

Un banco de unas 15 percas en un agua muy verde y sin visibilidad.
Banco de percas y agua con escasa visibilidad.
Un grupo de unos 100 mejillones cebra.
Ejemplares de mejillón cebra sobre las rocas.

Si ya lo hacemos de forma habitual, la presencia de mejillón cebra nos forzará a ejecutar procedimientos profilácticos más severos con todo el material en casa.

Detalle de los mejillones cebra, con sus sifones.
Detalle de ejemplares de mejillón cebra de gran tamaño.

Al llegar al otro lado pudimos observar que seguía habiendo lucios (Essox lucius) y esponjas.

Varias esponjas sobre las ramas y un lucio.
Ejemplar de lucio y de esponjas en las ramas (primer plano).

Las esponjas tienden a crecer en lugares que las expongan (ramas, piedras, etc.) y, en ocasiones, a asociarse en simbiosis con algas.

Dos esponjas, una de color claro y otra verde.
Dos ejemplares de esponja, uno de ellos en simbiosis con un alga (verde).

Las esponjas presentaban cierta fotofobia, las pudimos encontrar a ambos lados del cañón, pero siempre evitando la luz directa del sol. En raras ocasiones se presentaban totalmente expuestas. Un ejemplo de esponja expuesta es la siguiente fotografía.

Víctor junto a una esponja expuesta directamente al sol.
Pocas esponjas estaban expuestas directamente al sol.

Tomamos muestras de todas las situaciones que pudimos comprobar, sobre rocas, ramas, en umbría, en solana, bajo algas filamentosas, etc.

Detalle de una navaja extrayendo una esponja de la roca.
Tomando una muestra de una esponja simbiótica y cubierta de algas filamentosas.

También observamos la presencia de colonias de invertebrados que no pudimos identificar visualmente y que llevamos al Museo.

Detalle de la colonia de cnidarios.
Detalle de una colonia sobre una esponja, probablemente de cnidarios.
Extrayendo una colonia de cnidarios de la roza y metiéndola en un bote de muestras.
Tomando muestras de la colonia para su identificación en el Museo.

A pesar de encontrarnos en octubre, las esponjas todavía no han empezado a evaginar su tejido. Únicamente algunos ejemplares, como el de la siguiente fotografía, habían empezado a retraerse.

Esponja con pérdida evidente de tejidos .
Ejemplar con los tejidos en regresión.

Pero lo más importante para identificar las especies presentes era tomar muestras de esponjas con gémulas en su base.

Base de una esponja llena de gémulas (bolitas de medio milímetro).
Detalle de un ejemplar de esponja con gémulas en su base.

Las esponjas son animales muy sencillos estructuralmente, ya que no contienen órganos. Las esponjas de agua dulce, pertenecientes a la familia de los espongílidos, básicamente están formadas por espongina y espinas de sílice llamadas espículas, que las permiten mantener su forma. Las espículas se utilizan para diferenciar los diferentes géneros a los que pertenecen las esponjas.

Aparte de reproducirse sexualmente, también generan unas estructuras de persistencia, similares a balones de fútbol de menos de un milímetro de diámetro, denominadas gémulas. Lo que sería la pelota están formada por unas espinas de sílice denominadas gemoscleras. Las cuales, a su vez, están rellenas de tejido sin diferenciar. Las gemoscleras, aparte de ceder su nombre a nuestra asociación, se utilizan para poder identificar la especie a la que pertenece la esponja.

Una vez que habíamos recogido suficientes muestras, salimos del agua y rápidamente las preparamos para llevarlas al laboratorio. No las queríamos fijar puesto que también se iban a tomar datos del agua.

La preparación debía ser rápida para que el agua y su contenido no sufrieran cambios bruscos de temperatura.

Lo que hicimos fue documentarlas y meterlas en una nevera que mantuviera la temperatura hasta su llegada a Madrid, dónde nos esperaban los científicos en el Museo de Ciencias Naturales.

Ejemplar de esponja lleno de gémulas.
Es fundamental documentar todos los procesos, hasta la preparación de las muestras.
Muestras ya preparadas para su traslado al Museo de Ciencias Naturales.

Con el material ya preparado, revisamos todo, hicimos las últimas fotos y nos marchamos rápidamente para el Museo, nos estaban esperando.

Último vistazo a la zona de trabajo antes de salir para Madrid.

Llegados al Museo, subimos a los laboratorio y pudimos ver cómo Ana empezaba a preparar las muestras. Algunas de ellas pasarán a formar parte de la colección del MNCN y otras serán utilizadas en el proyecto de investigación.

Científicos trabajando toda una tarde de sábado en el Museo

Detalle de una de las esponjas que pasará a formar parte de la colección del Museo. Nosotros nos fuimos a las 18:00, pero Ana y Sergio se quedaron toda la tarde preparando las muestras.

Triando las muestras recogidas en el campo.

Una de las cosas buenas de este tipo de voluntariado es que tienes la oportunidad de aprender de los científicos directamente.

Víctor disfrutando al poder observar de cerca las gémulas con la lupa binocular.

Por el momento no hay más datos y conclusiones, la jornada fue provechosa y les va a dar trabajo a los científicos. Se consiguieron muchas muestras que seguro que aportarán un poquito más de luz a este grupo animal tan olvidado.

Detalle a vista de lupa binocular de las gémulas extraídas de una de las esponjas recogidas.

Las jornadas de campo no suelen terminar con la vuelta a casa. Normalmente tienen trabajos posteriores de gabinete y de profilaxis. En este caso, aparte de la memoria que se entregará a los científicos, ya se han desarrollado los trabajos profilácticos correspondientes.

La presencia de mejillón cebra lo imponía claramente. En nuestro caso, normalmente usamos Virkon S, pero en este caso preferimos utilizar una mezcla de agua con lejía y detergente.

Tres cubos grandes llenos de agua con material metido en ellos.
Parte del equipo en remojo tras lavarlo en los cubos con agua, lejía y detergente.
Un traje seco de buceo metido en uno de los cubos.
El traje se lavó por fuera y por dentro, ¡sin contemplaciones!

Después de lavar detenidamente cada componente del equipo, nos centramos en el chaleco. Es la pieza más peligrosa ya que suele llevar elementos en su exterior y el interior es más peligrosi, si cabe. La vejiga interior queda siempre con restos de agua.

Un chaleco de buceo tipo "ala" metido en el cubo y lleno de espuma.
El chaleco tenía que quedar limpio como una patena.

Antes de liberarla, se introdujo un chorrito de lejía y agua abundante. Después se batió contundentemente y se dejó reposar durante unos minutos para que la mezcla hiciera efecto.

Un chorro de agua entrando por la válvula del chaleco.
Lejía, agua y a batir…

Finalmente, todo el material quedará secándose durante dos semanas. Si hay que bucear, lo haremos con otro material.

Todo el material usado colgado y secándose.
Todo el material expuesto y secándose a la sombra.

Esta ha sido la primera jornada de este proyecto, os seguiremos contando. Seguro que vamos a lugares muy interesantes y que conoceremos cosas y gente especial.

Atentamente,
Gemosclera. Asociación para la Difusión del Conocimiento de los Humedales y su Conservación
Declarada de utilidad pública por el Ministerio del Interior desde 2014