Este fin de semana hemos estado colaborando, con el organismo gestor del Monumento Natural de Las Médulas, en el proyecto de contribución a la conservación de la única población de nenúfar que hay en la provincia de León.
Este es el segundo año que aportamos nuestro granito de arena a la conservación de esta especie en la comarca. La campaña pasada los resultados no acompañaron, ya que la mayoría de los propágulos plantados no consiguieron prosperar. Pensamos que el problema estuvo en las especies exóticas que contiene el lago de Carucedo. Los cangrejos, las carpas y las tortugas de Florida se comieron los brotes tantas veces como las plantas intentaron crecer.
Este año, con la lección aprendida, nos hemos planteado una nueva estrategia que permita asegurar que la mitad de los propágulos no se vean afectados por las EEI. Además, también se ha decido mostrar el proyecto a los visitantes del Espacio. Por lo que los trabajos tendrán dos fases, una primera de extracción y estabilización y una segunda de traslocación, ambas con plantas en lugar visible para el público.
El sábado 16 de marzo ejecutamos la primera jornada de extracción y estabilización temporal en el centro de interpretación de Carucedo, localización temporal para la mayoría de los propágulos. Tras la segunda jornada de traslocación, que ejecutaremos dentro de un par de meses, solo dos de los propágulos quedarán allí como banco de germoplasma y para que los visitantes del centro puedan disfrutarlos.
Los trabajos comenzaron con una pequeña reunión en la que todos los participantes nos organizamos, detallando las actividades a llevar a cabo y definiendo nuestros roles.
Después nos dividimos. Unos nos fuimos al lago Somido para comenzar la extracción de los propágulos, mientras que otros se fueron a buscar un sustrato de plantación adecuado.
La estrategia de extracción no cambió respecto a la campaña anterior. Básicamente fue extraer propágulos de la mayor cantidad de manchas de nenúfar posible, asegurando así la exportación de la biodiversidad de todo el lago.
Lo que ha cambiado este año es el proceso de documentación. Se ha incrementado la cantidad de datos tomados para poder evaluar si los problemas de asentamiento en el lugar de destino están en las masas de origen.
Los nenúfares fueron identificados en el propio lugar de extracción mediante etiquetas indelebles y sujetas con cables de acero.
Además, se han georreferenciado y marcado los puntos de extracción, con el fin de poder evaluar el impacto producido. En una masa tan pequeña y vulnerable es muy importante conocer si se está generando un impacto no asumible.
En esta ocasión contamos con la ayuda de Nacho, un agente medioambiental fuera de servicio, que grabó las actividades con un dron.
Tras la extracción y documentación de los propágulos se procedió a su desplazamiento hasta el centro de interpretación del Parque, lugar de destino temporal de la mayoría, ante el nivel del agua que tenía el lago de Carucedo.
Antes de salir de la zona, pudimos disfrutar de la presencia de dos machos de galápago europeo (Emys orbicularis) luchando por un lugar de privilegio en la laguna.
Una vez en el centro de interpretación, se procedió a preparar un lugar tranquilo y soleado que permitiera que los propágulos se estabilicen. Para ello tuvimos que construir una base que los aislara del suelo.
Tras preparar la estructura de palos que iba a aislar del suelo a los nenúfares, nos dispusimos a preparar el sustrato de plantación.
La plantación se realizó de forma manual, siguiendo las indicaciones que nos había indicado Tomy Escribano, el experto en el cultivo de este tipo de plantas que nos asesora.
Después de plantar hay que cubrir con grava el sustrato para que no sea fácilmente accesible el rizoma y no se levante sedimento.
Según se iban plantando los capazos se iban rellenando de agua.
Finalmente, se limpió el entorno.
Durante el proceso de preparación de los capazos se comenzó a documentar profusamente cada propágulo, cotejando los datos con los tomados en el lugar de extracción para evitar errores.
Cada propágulo fue preparado para la plantación y estudiado detalladamente antes de ser plantado.
Además, cada capazo también fue identificado para evitar errores en futuras actuaciones.
Los rizomas fueron medidos en diferentes puntos con el fin de poder estimar crecimientos en un futuro.
También se anotaron diferentes características tales como el número de yemas, su localización, el vigor de cada una de ellas y el estado del rizoma.
Tras dejar los propágulos plantados y el lugar preparado, dimos por terminada la jornada.
Queremos agradecer la predisposición de todas las personas que colaboraron y que cuidarán de los nenúfares hasta que volvamos para desplazar algunos propágulos al lago de Carucedo, dentro de un par de meses. El equipo estuvo formado miembros de Gemosclera (Pilar, Victor y Dani), personal de medio ambiente (Roberto, Agustín, Alejandro y Nacho) y por Luis, la persona responsable del Centro de interpretación.
Atentamente,
Gemosclera. Asociación para la Difusión del Conocimiento de los Humedales y su Conservación.