Esta semana pasada recibimos la invitación del Organismo gestor del Monumento Natural Las Médulas para colaborar en la conservación de la única población de nenúfar blanco presente en la provincia de León.
Ante la llamada de un espacio de esta importancia organizamos rápidamente una primera visita, con el fin de mantener una reunión que definiese los términos de nuestra participación en el proyecto de conservación que ha planificado la Red de Áreas Protegidas de Castilla y León.
Las Médulas es uno de los espacios que más figuras de protección atesora: Monumento Histórico Artístico, Bien de Interés Cultural (BIC), Área Cultural, Patrimonio de la Humanidad, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Zona de Especial Conservación (ZEC) de la UE, Lugar de Interés Geológico (LIG) y Monumento Natural. Además de figurar en el Catálogo de Zonas Húmedas de la Comunidad de Castilla y León.
El punto de reunión fue la Casa del Parque, centro de interpretación del patrimonio natural que el Organismo gestor tiene a disposición de los visitantes junto al Lago de Carucedo, donde habíamos quedado con el Director-Conservador y con un agente forestal.
Nada más realizar las presentaciones, puesto que únicamente habíamos hablado por teléfono y por correo en días anteriores, pasamos a una de las salas de reunión que contiene dicho centro. Roberto nos explicó aspectos detallados de la gestión del Espacio y la situación del nenúfar en el mismo; así como los objetivos y ámbito del proyecto y la implicación que necesitan de nuestra asociación.
Rápidamente llegamos a un acuerdo sobre los términos de nuesta participación en el proyecto y nos pusimos a intercambiar información sobre el nenufár blanco y los resultados de otros proyectos de conservación españoles que conocemos.
Tras esta primera reunión, nos llevaron de visita por los alrededores de la Casa del Parque con el fin de conocerlo directamente, especialmente las zonas acuáticas susceptibles de incorporar nuevas masas.
La primera masa de agua que visitamos fue el Lago de Carucedo, puesto que contiene zonas con condiciones de mantener reservorios de la especie.
Posteriormente, nos fuimos para las agogas, los restos de estas infraestructuras hidráulicas romanas contienen las lagunas que tiene el Espacio. Este tipo de estructuras acanaladas era el lugar por el que se hacía pasar el agua entre ramas para separar las pepitas de oro del resto de sedimento, por gravedad. Actualmente abandonadas, forman canales con fondos impermeables que almacenan agua de forma puntual. En este sentido destacan la laguna Pinzais, la Larga y el denominado Lago Sumido.
Todas estas lagunas son someras e, inclusive, algunas distróficas, como la laguna Pinzais.
La laguna Larga, a pesar de encontrarse junto a la pista, presentaba un aspecto muy bueno, con aguas limpias y con vegetación cubriendo la mayor parte de sus fondos.
La más grande de todas, con forma de artesa y unas medidas aproximadas de 180×30 metros, es la conocida como lago Somido. A pesar de su tamaño y la oscuridad de sus aguas es también somera pues, como se verá más adelante, no alcanza los 8 metros de profundidad. Profundidad que, en nuestras latitudes, ya permite que un humedal pueda ser considerado un «verdadero» lago.
El Espacio dispone de cartelería que explica a los visitantes el patrimonio natural y cultural que contiene. El cartel que hay en el Lago Somido cuenta a los visitantes que, entre otras especies singulares (galápago europeo, tritón ibérico, etc.), esta laguna mantiene la única población actual de nenúfar blanco de toda la provincia de León.
En su margen septentrional, se puede observar otra pequeña laguna de 15×30 metros. Esta segunda laguna presenta actualmente poblaciones de espigas de agua (Potamogeton natans), aunque hay referencias de que también mantuvo nenúfares cubriendo su lámina de agua.
El objetivo prioritario de las actividades en la laguna era evaluar el vigor de los rizomas y el estado vegetativo en estos momentos. Así como si existen posibilidades reales de extraer propágulos viables este año. Para ello estuvimos planificando cómo íbamos a actuar para evaluar el estado de los nenúfares, puesto que le laguna es pequeña y los limos que contiene iban a entorpecer mucho las labores de observación en cuanto entrásemos al agua. Además, la visibilidad que se apreciaba desde fuera ya era muy limitada.
Antes de entrar en el agua, debido al bajo nivel del agua, ya pudimos observar algunos haces de pequeñas hojas e inclusive, un fruto del año anterior flotando. Este hecho nos animó ya que, en caso de ser viables, posibilitarán la conservación mediate reproducción sexual. Esta opción será la más adecuada para asegurar la conservación de la población. Sin embargo, es la más costosa, complicada y lenta.
Decidimos que entraríamos al agua únicamente dos personas para reducir impactos. Pilar se quedaría fuera para aportar soporte y dirigir la actividades acuáticas. Esta tarea, aunque parezca fácil, no lo es. De hecho es la más decisiva. Es necesario conocer las necesidades de las personas que entran al agua en todo momento. Además de saber reconocer si tienen problemas o están actuando correctamente, situación que muchas veces ni los propios buzos reconocen al estar concentrados en su trabajo y entumecidos por el frío. Este rol es el que realmente dirige los trabajos, decidiendo cuándo y cómo finalizan.
El agua estaba fría, a 9 ºC, habíamos elegido trajes semisecos de neopreno ya que no esperábamos permanecer mucho rato en el agua. Sin embargo, finalmente estuvimos algo más de una hora. Lo que nos hizo salir bastante entumecidos, pero con la alegría de haber encontrado una masa bien establecida y con posibilidades de extraer propágulos viables.
Durante las actividades fuimos asisitidos por Marcos, que nos ayudó a documentar el proyecto y a encontrar los golpes de nenúfares que habíamos visto sobre ortofotografía aérea, previamente.
Los resultados fueron mejor de lo esperado, ya que nos encontramos los rizomas bien establecidos en el sedimento a pesar de mantener una pendiente mayor de la que estimábamos inicialmente. Los rizomas estaban fuertemente asentados, más escondidos de lo que hemos visto en otros lugares y su apariencia era vigorosa.
Las hojas subacuáticas de los nenúfares pasan el invierno de forma marcescente. Es decir los nenúfares son hoja caduca, pero no se les caen al perder su funcionalidad. Esta característica no es destacada por los botánicos en la bibliografía, pero esta capacidad de mantener las hojas muertas de una año para otro, complica los trabajos y acorta los períodos en los que se puede actuar bajo el agua.
Sin embargo, no todo podían ser buenas noticias. Si ya al entrar habíamos observado las zarzas, bajo el agua se podían ver algas filamentosas, otro claro bioindicador de excesivos nutrientes.
Además, también pudimos observar la presencia de individuos de especies exóticas invasoras, dos ejemplares de cangrejo americano (Procamburus Clarkii) y un macho de gambusia (Gambusia holbrooki). La sonda detectó peces de cierto tamaño en tres o cuatro ocasiones, durante el desarrollo del perfil. Estos peces necesariamente tienen que ser especies alóctonas, puesto que la laguna es artificial. Según las noticias que tiene el Órgano gestor, se trata de lucios. Su presencia es un factor que distorsiona muy negativamente la población de los anfibios y reptiles que la pueblan.
Otra de las actividades que realizamos fue obtener una primera aproximación al estudio batimétrico de la laguna, recorriendola longitudinalmente con el fin de obtener un primer perfil de la misma. Para ello, usamos una sonda manual, que nos dio unas medidas aproximadas, suficientes para poder planificar los trabajos.
En esta actividad quién nos ayudó en superficie fue Roberto, que fue anotando las cotas y aquellos aspectos que fuimos observando.
Los datos obtenidos aportan una forma de artesa con menos profundidad en extremo sur y mayor pendiente en el norte. El lóbulo norte también mantiene una profundidad mayor que el lóbulo meridional. La profundidad máxima detectada fue de 5 metros. Transversalmente, destacó que el margen izquierdo mantiene más pendiente que el derecho.
Estas características le aseguran el comportamiento limnológico de una laguna somera, que mezcla sus aguas plenamente y no estratifica en verano.
Finalmente, pudimos salir del agua con más tiempo de permanencia de lo que habíamos estimado. Habíamos pasado más de una hora y media en el agua, que estaba muy fría. El entumecimiento que llevábamos y el limo del margen dificultó mucho la salida del agua.
Una vez cambiados nos fuimos a comer con Roberto y Marcos a unos de los restaurantes de Las Médulas, donde pudimos disfrutar de un caldo de berza, unos huevos fritos «de casa» y un flan con castaña que nos reconfortó. Además, el restaurante está lleno de fotografías de los nenúfares que se pueden observar en el Espacio. Un sitio en el que repetiremos, seguro.
Tras la comida, en la que tomamos decisiones de las acciones a tomar a corto plazo, nos despedimos y nos volvimos para Madrid. Pero antes de hacerlo no pudimos dejar de subir al mirador de Orellán. Si este mirador es impresionante, lo es más a la caída de la tarde, en la que los volúmenes se incrementan y los colores cálidos resaltan el color rojizo del terreno.
La vuelta a Madrid se desarrolló sin poblemas y con la ilusión de poder aportar nuestro granito de arena en un proyecto nuevo, aunque el día terminó con 900 km de coche, hora y media en el agua a 9 ºC. El que sabe lo que significa, sabe el frío que se pasa.
Atentamente,
Gemosclera. Asociación para la difusión del Conocimiento de los Humedales y su Conservación.
Declarada deUTILIDAD PÚBLICA.