El pasado 8 de mayo aprovechamos para revisar el estado de los nenúfares, tanto los que traslocamos este marzo pasado, como los que mantenemos en vivero para comprobar si son capaces de mantener estrategias de «guerrilla«.
Pese a que todavía no estaba avanzada la primavera, queríamos ver si los nenúfares plantados en Cuenca habían sobrevivido en sus nuevos emplazamientos. También queríamos ver si los del vivero se habían recuperado totalmente de la tormenta Filomena.
El primer lugar que visitamos fue el embalse de Molino de chincha. En ese embalse ya existe una masa establecida hace unos años, la cual todavía no se ha mostrado en superficie este año.
Parece que este año todavía no presentan un estado vegetativo avanzado puesto que todavía les queda tiempo para aflorar. O por lo menos, sin entrar al agua, no los pudimos observar.
Después nos fuimos a la zona en la que este año hemos intentado establecer una nueva población en este embalse. Nos encontramos con que tampoco han aflorado. En este caso es más normal, ya que el sustrato no es el más adecuado y les va a costar establecerse.
La siguiente parada fue en la Laguna Pequeña de El Tobar, origen de los propágulos usados para generar las nuevas masas de esta campaña. El objetivo era comprobar si se produjo algún tipo de impacto negativo durante la extracción.
En esta laguna los nenúfares ya han asomado claramente. Mientras que en la Laguna Grande , en las zonas de mayor concentración, apenas asomaban algunas hojas.
La última parada del día fue en la Laguna de Uña, donde una vez más pudimos observar que todavía es pronto para ver hojas flotando. No pudimos localizar ninguna hoja de nenúfar en las dos primeras zonas en las que habíamos plantado, las más cercanas al muro.
Sin embargo, al acercarnos a la tercera zona en la que instalamos cuatro ejemplares, conseguimos ver que en este lugar todas las plantas tienen alguna hoja que está a punto de llegar a la superficie. Este hecho nos da muchos ánimos ya que indica que, por lo menos, estos ejemplares siguen vivos y con vigor suficiente. Esta zona tiene poca profundidad, está expuesta a los vientos y a su consumo por parte de los herbívoros. Por eso es muy importante que logren tener hojas maduras lo antes posible.
Ya con cierta esperanza dimos la jornada conquense por cerrada, volveremos pronto a ver si conseguimos ver todos los ejemplares.
Una vez de vuelta en Madrid, nos acercamos a ver cómo están los ejemplares que mantenemos en nuestro vivero y que se vieron tan afectados por la tormenta Filomena. Como se puede comprobar en las fotografías, su estado es inmejorable. ¡Hasta tienen ya tres flores! Parece mentira que en enero fuesen tres bloques de hielo, literalmente.
Esto, junto con la capacidad de germinación en el vivero y en la Laguna Grande ya certificada, nos permite suponer que los propágulos dispersados de forma natural mantienen una capacidad de colonización real. O que, por lo menos, que las duras condiciones climáticas conquenses no los limitan. Si soportaron las condiciones de Filomena, las condiciones habituales deberían permitir su viabilidad.
A finales de primavera volveremos y esta vez sí que entraremos al agua para documentar la evolución de los rizomas y las hojas bajo la lámina de agua.
Gemosclera.
Asociación para la Difusión del Conocimiento de los Humedales y su Conservación.