Este fin de semana hemos vuelto al Parque Natural de las Lagunas de Ruidera para continuar con este proyecto. En esta ocasión tocaba muestrear los fondos de la laguna Batana, una de las que habitualmente disfrutan los buceadores deportivos en época primaveral y estival.
Las previsiones meteorológicas nos aseguraban una ventana de tiempo estable entre las 9:00 y las 12:00. A partir de esa hora había previsión de lluvias y vientos de más de 30 Km por hora. Teníamos que madrugar y eso hicimos. Salimos de Madrid a las 6:30 de la mañana con nuestro salvoconducto para llegar al Parque, donde llegamos a las 9:00 sin más problemas que lluvias intermitentes por la carretera.
Nada más llegar, nos acercamos a la laguna para planificar in situ la inmersión. Están a punto de finalizar las jornadas de campo de este proyecto y, con ello, las inmersiones. En esta ocasión nos tocaba muestrear en una laguna muy conocida, pero únicamente en su tercio meridional.
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Tras adaptar el plan inicial, nos pusimos a cambiarnos rápidamente. Se había puesto a lloviznar y había algo de viento. A pesar de que era del sur, se hacía incómodo.
Una vez preparados nos fuimos para el agua, entrando por el acceso clásico que tiene esta laguna. Nada más entrar, observamos el agua densa y pesada. Esto aseguraba un agua fría y, efectivamente, así fue, ya que estuvo todo el tiempo por debajo de los 10 ºC.
Esta laguna, especialmente esta zona, es conocida por los árboles semisumergidos que contiene. Esto es debido a la reducción de cota que se produjo durante su explotación hidroeléctrica.
Nada más entrar montamos la formación de muestreo con los buceadores en paralelo, encargándose cada uno de buscar en su rango visual. La visibilidad fue algo peor que en la anterior jornada en la laguna Salvadora, pero fue suficientemente buena.
Nada más entrar observamos un ejemplar de lucio. Esta especie exótica invasora introducida con fines deportivos está en la pirámide de la red trófica, afectando gravemente a las especies autóctonas. En esta época del año es una de las pocas que se pueden observar, junto con las carpas. Especie que también pudimos observar durante la jornada.
Otras de las cosas negativas que pudimos observar fue la entrada de aguas contaminadas con nutrientes. Su efecto es muy claro, muerte de la vegetación con presencia de cianobacterias y una capa de sulfhídrico cubriéndolas.
Nada más llegar a la barrera tobácea de esta laguna, que la separa de la laguna Colgada, pudimos observar los destrozos producidos por las infraestructuras (molinos, batanes, central de hidroeléctrica de Santa Elena) que el hombre ha ido instalando en esta barrera.
En el margen izquierdo de la barrera se puede observar el muro instalado para tapar el aliviadero que dio lugar a la bajada de aguas que permitió a los chopos colonizar el margen derecho de la laguna. Una vez tapado con este muro de más de tres metros de altura, los chopos murieron y dieron lugar a los paisajes que tanto gustan a los buceadores deportivos, actualmente.
El margen izquierdo, a pesar de tener buenas características para contener surgencias, especialmente un par de zonas, no las contiene. O, por lo menos, no son evidentes.
Una de las surgencias que se pueden observar en esta laguna se encuentra en la base distal occidental de la barrera. Su caudal, muy probablemente procedente de la laguna superior, la Santos Morcillo, es evidente e importante.
Después de documentarla, recorrimos la barrera por toda su base, observando más puntos de entrada de aguas. En este caso es todavía más probable que se trate de filtraciones procedentes de la laguna Santos Morcillo.
Una vez terminada la inmersión, tacaba probar una nueva herramienta que hemos estado diseñando para el proyecto de los nenúfares en Cuenca. En estos momentos estamos probando un prototipo de pala que nos permita excavar sin tocar el fondo, a la vez que nos permita fijarnos al sustrato y desplazar las plantas a la vez. Esta operación es muy complicada y los lectores que sean buceadores saben de lo que estamos hablando.
Una vez terminadas todas las actividades planificadas, recogimos el material y comimos rápidamente. Las previsiones meteorológicas se estaban cumpliendo y el viento y el frío hicieron su aparición. Una vez en Madrid, nos hicimos un café para despedirnos con nuestra flamante cafetera de viaje.
En próximas semanas cambiaremos de escenario, provincia y espacio protegido. En principio, si la pandemia no lo impide, tenemos que volver a la Laguna Grande de El Tobar (Beteta, Cuenca) para continuar trabajando con los nenúfares. Hay que aprovechar que ahora no tienen hojas. Así les evitamos daños innecesarios.
Gemosclera.
Asociación para la Difusión del Conocimiento de los Humedales y su Conservación