Recién vueltos de Ruidera y planificando la próxima jornada de muestreo de esponjas, los SS. TT. de Medio Ambiente de León nos avisaron de que nuestros nenúfares del Bierzo se estaban quedando sin agua, especialmente los que estaban dispuestos indirectamente en los capazos.

¡Había que cambiar rápidamente de planes e irse para el Bierzo!
Los datos de precipitaciones en el Bierzo durante el verano y principio de otoño son aterradores:
| Mes | 2024 | 2025 |
|---|---|---|
| Junio | 131,8 | 9,9 |
| Julio | 48,2 | 3,6 |
| Agosto | 9,66 | 1,8 |
| Septiembre | 133,6 | 5,6 |
| Total | 323,3 | 20,9 |
Según los datos de la AEMET, en la estación de Ponferrada en el verano de 2025 ha llovido únicamente un 6% de lo que llovió el año pasado.
Dada esta situación, la laguna en la que están los nenúfares se estaba quedando con muy poca agua. El problema surgió cuando uno de los capazos quedó por encima de la lámina de agua. Fue cuando los SS.TT. nos avisaron.

Había que actuar rápido para no perder el ejemplar, por lo que cambiamos de planes y nos organizamos para ir ese mismo sábado, 4 de octubre.
Al llegar el aspecto de la laguna era preocupante. La lámina de agua no había desaparecido, pero se había retraído mucho.

Aparte de volverlos a meter dentro del agua, nuestra intención era aprovechar la acción y plantarlos directamente una vez que ya están estabilizados. Esto les evitaría un nuevo estrés a finales de este invierno próximo, momento en el que se había pensado plantarlos directamente.
Las pequeñas dimensiones de la masa de origen, el lago Somido, no permite extraer casi propágulos, por lo que hay que mimar los pocos que se extrajeron. Especialmente tras el fracaso de la primera campaña con las especies exóticas que los destrozaron. Por eso era muy importante asegurar esta masa nueva.
Lo primero que hicimos nada más llegar fue evaluar detenidamente el estado de los dos golpes desde la orilla, con el fin de evaluar el punto de acceso y la aproximación.

Una cosa es ver la laguna y los nenúfares desde la orilla y otra, verlos desde el aire. Verlos cenitalmente desde un dron nos permitió acotar el punto de acceso y la trayectoria a seguir. Sabíamos que el sedimento en esta laguna tiene una potencia de más de dos metros de grosor y que contiene mucha arcilla. Esto haría la actividad peligrosa.

Comenzamos observando detenidamente el capazo que se encontraba en el centro de la laguna, junto a las otras dos plantas que ya están plantadas directamente desde el principio.

El estado no era bueno, no es que hubiera perdido sus hojas, estaba a punto de quedarse sin agua y eso significaría que se iba a perder el ejemplar. Habíamos hecho bien en anular la otra actividad y venir de urgencia.
Tener media docena de ejemplares tras ocho viajes al Bierzo es un esfuerzo tal, que perder un sólo ejemplar, tira por tierra muchos días de trabajo. No nos lo podíamos permitir. Más, si la posibilidad de extraer más ejemplares es tan limitada.

Era necesario trasplantarla y dejarla ya directamente en el sustrato. Había que evitar una segundo proceso el año que viene, le generaría un estrés innecesario.

Una vez que habíamos decidido cómo actuar con el golpe central, nos quedaba evaluar qué íbamos a hacer con el del margen septentrional.
En este caso, consta de un único ejemplar dispuesto en un capazo. Esta planta siempre ha mantenido un vigor un poco peor que la del centro, pero, en este caso, al mantenerse el capazo bajo la lámina de agua, estaba mucho mejor que el primero. Hay que pensar que lleva dos temporadas en el capazo, que no se le ha abonado y que tiene mucha menos luz que el golpe del centro de la laguna.

En este caso, también decidimos evitarle un segundo proceso de traslocación el próximo año. Sin embargo, no teníamos claro cómo entrar ya que desconocíamos la batimetría en esa zona y el capazo no se veía ni con el dron.
Comenzamos a prepararnos. En esta ocasión decidimos entrar con un traje de neopreno, sin lastre y sin equipo de respiración autónoma. La profundidad era muy escasa y no iba a aportar seguridad, más bien todo lo contrario al pegarse al sedimento.

Era de especial importancia aportar seguridad a la actividad. Entraría una persona sola con un arnés y unida a la orilla mediante una línea de vida.

La elección fue sencilla, el fuerte y más pesado se quedaría en la orilla para tirar del más ligero en caso necesario. Mientras que Pilar se encargaría de documentar toda la actividad y de controlar la bandeja de las herramientas con una línea de polipropileno blanca, que es flotante y se ve muy bien.


La entrada costó, pero no tanto como esperábamos. Eso no pasaría a la salida, la arcilla se incrustaría en el traje e impediría salir.

Lo primero que hicimos fue eliminar un pequeño golpe de carrizos que se ha establecido este año cerca de los nenúfares. Si los dejamos arraigar, en un par de años serán una competencia muy fuerte para ese golpe.

Al llegar al capazo nos lo encontramos con un nivel de agua muy bajo y con las hojas ya muertas. Se veían las etiquetas y un par de fascículos.

A pesar de tener las hojas muertas, es una buena noticia que ya haya sacado un segundo fascículo. Si agarra, que esperemos que sí, será un nuevo elemento en el golpe. Lo que facilitará su crecimiento e incrementará el vigor del ejemplar y de la masa.

Una vez hecho el trabajo en este primer golpe, volvimos a tierra, no sin gran esfuerzo. El traje ya se había saturado de arcilla y nos costó mucho salir. Víctor tuvo que tirar de lo lindo en los últimos metros.


Una vez fuera, nadie quería estar cerca. No sólo por lo que manchaba, sino porque el sedimento contenía gran cantidad de metano y ¡olía fatal!
Antes de cambiarnos al otro golpe, vimos que el golpe central había quedado sin daños aparentes. El dron confirmaría si era cierto.

Una vez en el agua, el proceso fue el mismo. Pero en esta ocasión había un poco más de peligro. La laguna tenía un talud más pronunciado y un sedimento con gran potencia, lo que te hacía hundirte en el barro casi hasta el pecho.
El proceso fue el mismo teniendo en cuenta que el capazo estaba totalmente lleno de agua y que había que extraerlo sin dañar la planta, que tenía unas diez hojas vivas.

En este caso no había más que un fascículo apical.


Una vez que pudimos observar el rizoma, nos dipusimos a extraer con cuidado el cepellón para documentarlo.



Tras hacerle fotografías lo plantamos en el fondo, en el mismo lugar en el que había estado con capazo. Esto facilitará su capacidad para competir con el resto de vegetación que le rodea.

Tras salir etuvimos lavando el material no solo con el fin de limpiar todo el lodo, también para evitar la traslocación de seres vivos a otras lagunas.

Por último, quedaba mirar desde el aire cómo habían quedado los golpes. Para ese momento ya había llegado Santi que, a pesar de no estar de servicio todavía, adelantó su jornada un par de horas para ayudarnos.



Todos pudimos comprobar el buen estado en el que quedaban los golpes.



Santi nos dejó una vez terminados los trabajos, entraba de guardia en poco tiempo y tenía que irse. Es un lujo contar con la ayuda de personas así. La verdad, todos los agentes que nos asisten en El Bierzo son muy atentos con nosotros y tienen mucho interés por la especie.

Antes de salir de vuelta para Madrid nos comimos un bocata en la misma laguna.

Si estos dos ejemplares se comportan como los que ya están plantados, esperamos que el año que viene esta laguna empiece a ser un elemento de interés para las personas que disfrutan del monte.
Os seguiremos contando…
Atentamente,
Gemosclera. Asociación para la Difusión del Conocimiento de los Humedales y su Conservación.
Declarada de utilidad pública por el Ministerio del Interior desde 2014
